RAUSHER ET AL. (1993) HICIERON UN ESTUDIO que tuvo una gran repercusión mediática. Estoy hablando del estudio que afirma que la sonata para piano de Mozart (K. 448) produce durante 10 minutos mejoras significativa en el razonamiento espacial, con un incremento de 8 y 9 puntos en el cociente intelectual (CI) de aquellos participantes. Dicho de otra forma, escuchar la música del niño prodigio austriaco era mejor que un entrenamiento en relajación y el propio silencio para mejorar la inteligencia espacial. Estamos ante el «efecto Mozart» (Jenkins, 2001). Hace 25 años de eso y se ha investigado más sobre el tema desde entonces, y poco a poco se han minimizado aquellos hallazgos, pero no fue hasta que Mehr et al. (2013) le asestasen el golpe definitivo a dicha revolución educativo-musical, reduciéndola a un mito más de la psicología moderna. Veámoslo.
La repercusión del «efecto Mozart»
El estudio de Rausher et al. (1993) tuvo impacto en la cultura occidental y, gracias a ello, se dispararon las ventas de casetes y CD de Mozart, se hizo mucho marketing al respecto, e incluso el gobernador de Georgia (EE. UU.) regalaba música de Mozart a toda madre primeriza cuyo hijo naciese en su estado (al igual que en otros lugares de Estados Unidos). Una ley de Florida (EE. UU.) obliga a que todos los niños menores de cinco años escuchen 30 minutos de música clásica diaria (Winterman, 2005).
Si ya de por sí el estudio original requería una revisión de los procedimientos empleados, la prensa sensacionalista hizo el resto (como ocurre con muchas noticias científicas) y el resultado es el que todos sabemos. Como consecuencia, el 80 % de los adultos estadounidenses piensa que la música puede mejorar las notas y la inteligencia de los niños (Mehr, 2013). Al igual que Prometeo hizo con el fuego, parece ser que le hemos robado el gran secreto de la élite de genios que controlan el mundo; la revolución será con Mozart o no será. En fin.
Los estudios de Mehr (2013)
Estudio 1
Mehr y sus colaboradores hicieron una revisión sobre el «efecto Mozart» y tan solo encontraron cinco ensayos aleatorizados (experimentos controlados con voluntarios humanos usado para evaluar la eficacia y seguridad de un tratamiento, fármaco, etc.), requisito en los estudios experimentales para determinar posibles causalidades en intervenciones educativas. Pues bien, solo en uno de estos experimentos salió un resultado un efecto positivo pero muy pequeño (solo un incremento del CI de 2,7 puntos).
Método y procedimiento
Por lo tanto, basándome en el artículo de Reuell (2013), Mehr y colaboradores buscaron la conexión entre música y cognición, tomando una muestra de 29 padres y niños de cuatro años de la zona de Cambridge. Tras las pruebas iniciales de vocabulario para niños las pruebas de aptitudes musicales para padres, cada uno fue asignado aleatoriamente en uno de los dos tipos de clases: una con entrenamiento musical; la otra, enfocada en las artes visuales.
Mehr et al. querían comprobar los efectos del tipo de instrucción musical que ocurre en la realidad, y querían estudiar los efectos en los niños pequeños, por lo que llevaron a cabo un programa de enriquecimiento para padres e hijos con los niños preescolares. El objetivo era el de animar a tocar música entre padres e hijos en el ambiente de clase, el cual proporcionaba a los padres un amplio repertorio de actividades musicales que podían continuar usando en casa con sus hijos.
Entre los cambios fundamentales con respecto a los estudios anteriores, Mehr et al. controlaron los efectos de los distintos profesores —el propio Mehr impartió las clases de música y de artes visuales— y emplearon herramientas de evaluación para las áreas cognitivas de vocabulario, matemáticas y dos tareas espaciales, ya que estas pruebas son más sensibles que las pruebas de inteligencia general de CI (como el WISC o el WAIS).
Resultados
Se comprobó que no hubo pruebas que demostrasen los beneficios cognitivos del entrenamiento musical. Este primer estudio era muy pequeño (con 15 niños en el grupo musical y 14 en el de artes visuales). Los niños que recibieron entrenamiento musical mejoraron muy levemente en una de las tareas espaciales, mientras que aquellos que recibieron el entrenamiento en artes visuales mejoraron un poco en la otra tarea espacial. Dados estos resultados, se optó por replicar el estudio, algo que no se había hecho en estudios anteriores.
Estudio 2
Método y procedimiento
En el segundo estudio participaron 45 padres e hijos, la mitad de los cuales recibió la instrucción en música; y la otra mitad no recibió entrenamiento alguno.
Resultados
Tampoco se vieron beneficios cognitivos causados por la música. Hubo pequeñas diferencias en la actuación de los grupos, pero ninguna fue lo suficientemente significativa para tenerla en consideración. Incluso se usaron las herramientas estadísticas más refinadas, pero sin efecto alguno.
Conclusiones
De la misma forma que no se enseña Shakespeare para mejorar las aptitudes científicas y tecnológicas, sino porque es importante, con la música ocurre lo mismo: se trata de actividades humanas, es decir, desde tiempos inmemoriales, la música está en todas las culturas, ya que esta nos dice algo acerca de nuestra naturaleza humana, y no sería sensato no enseñar esto a los niños, según afirma Mehr.
Los responsables de que se divulguen este tipo de noticias no son los autores del estudio de 1993 —pese a su deficiente diseño—, sino a los que evalúan los artículos para publicarlos en revistas científicas de alto impacto como Nature. Si a eso le añadimos las distorsiones y tergiversaciones de publicaciones no especializadas, como los suplementos de los periódicos o revistas como ¡Hola!, entonces las consecuencias son difíciles de borrar del imaginario colectivo. Lamentablemente, así se divulgan también los estereotipos contra algunas minorías que luego forman parte de nuestra cultura; pero ese es otro tema.
¿Solución? Duda de todo remedio mágico y comprueba de forma crítica las fuentes. Y si no tienes los conocimientos suficientes para comprenderlas, pregunta a un experto en la materia. Escuchar a Mozart no te vuelve, por tanto, más inteligente, pero ya sabes que la cultura y el saber no ocupan lugar, así que adelante.
Referencias bibliográficas
- Jenkins, J. S. (2001). The Mozart effect. Journal of the royal society of medicine, 94(4), 170-172
- Mehr, S. A., Schachner, A., Katz, R. C. y Spelke, E. S. (2013). Two randomized trials provide no consistent evidence for nonmusical cognitive benefits of brief preschool music enrichment. PloS one, 8(12), e82007.
- Rauscher, F. H., Shaw, G. L. y Ky, K. N. (1993). Music and spatial task performance. Nature, 365(6447), 611.
- Reuell, P. (2013). Muting the Mozart effect. The Harvard Gazette [artículo en línea]. Recuperado de https://news.harvard.edu/gazette/story/2013/12/muting-the-mozart-effect/
- Winterman, D. (2005). Does classical music make babies smarter? BBC News. Recuperado de http://news.bbc.co.uk/2/hi/4558507.stm