TODO EL MUNDO TIENE ALGUNA IDEA INTUITIVA DE LO QUE ES LA AUTOESTIMA, esa evaluación positiva o negativa que realizamos de nosotros mismos. Sin embargo, cuando hablamos de autoconcepto, si no estás familiarizado con el mundo de las ciencias del comportamiento, no te sonará tanto.
Grosso modo, el autoconcepto es la opinión o lo que pensamos de nosotros mismos en distintas áreas (físico, social, competencias, etc.) y que construimos a lo largo de nuestra vida mientras desarrollamos nuestra personalidad.
Este constructo no tiene por qué correlacionar de forma positiva con la autoestima, ya que puedo pensar que soy un pianista con una gran destreza y pericia, pero a la vez no eso no me hace sentir bien al ser muy perfeccionista y tener demasiado miedo a equivocarme cuando toco el piano ante una gran audiencia. Por otro lado, hoy voy a hablar de una variedad de autoconcepto más reciente en la literatura: la claridad de autoconcepto (Campbell et al., 1996).
Hablemos del concepto que nos ocupa
En primer lugar, la claridad de autoconcepto, a diferencia del autoconcepto en sí, se define por:
«La medida en que los contenidos del autoconcepto de un individuo (por ejemplo, los atributos personales, físicos y sociales percibidos) son definidos con claridad y confianza, poseen coherencia interna y son temporalmente estables» (Campbell et al., 1996, p. 141). Dicho de otra forma, se trata del hecho de tener claro quiénes somos (los aspectos estructurales de nuestro self), de aceptarnos, y todo ello de forma estable en el tiempo.
Por poner más ejemplos, no es lo mismo decir que tengo unos brazos fuertes a decir que tengo 38 cm de bíceps, y que gracias a ello soy capaz de levantar mancuernas de 17 kg en el ejercicio de curl de bíceps. O no es lo mismo decir soy un buen orador que decir que soy un orador con tendencia a vocalizar bien, pero que tiende a tener un lenguaje algo pedante, con abundancia de tecnicismo del mundo de la psicología, y a gesticular en exceso con las manos, sobre todo por encima de la altura de los hombros, por lo que estoy trabajando en pulir dichos defectos.
Es más, digamos que si el autoconcepto en sí –o lo que sigue a la afirmación: «Yo soy…»– contiene todas las creencias de una persona sobre sus propias características, así como también roles, valores y metas personales (Campbell, 1990; Campbell et al., 1996; Steffgen et al., 2007; Stinson et al., 2008), cuando hablamos de claridad de autoconcepto hablamos de lo mismo pero percibido como certezas, con mucha claridad y seguridad.
¿Tener claras las creencias de quienes somos implica tener ideas rígidas o fijas?
No tiene por qué. Es decir, las personas con creencias fijas se cierran a no escucharse a sí mismas ni a los demás, no viven el presente, se ven amenazadas con las opiniones que contradicen el relato que tienen de sí mismas, son susceptibles ante la crítica, no cambian de opinión ante las pruebas, o cuando se les demuestra algo, y tienden a tener un diálogo interior en muchas ocasiones negativo. Por ejemplo, Steinmetz et al. (2011) define al individuo rígido como «una persona incapaz de ajustar su conducta ante un entorno cambiante».
Asimismo, dichos autores añaden un rasgo, además de la falta de apertura a la experiencia o la alta responsabilidad (del cuestionario de personalidad de los Cinco Grandes), la necesidad personal de estructura (PNS, por sus siglas en inglés). Es decir, esas personas necesitan tener un entorno predecible y bien estructurado y, por ese motivo, reaccionan más ante la incertidumbre o los entornos más cambiantes; por lo tanto, esto significa, simplificándolo bastante, lo contrario a la flexibilidad cognitiva (Steinmetz et al., 2011).
Bien es cierto que podría darse el caso de ser una persona muy conformista con sus logros alcanzados, que se conozca bien a sí misma y que tenga tan poca ambición que le haga perder la curiosidad por seguir aprendiendo o de desarrollarse y, por ende, de poder llegar a ser una persona mucho más madura y sabia.
En ese sentido, estoy de acuerdo con lo que afirmaba el escritor, semiólogo e intelectual Umberto Eco durante una entrevista en los años 80 cuando dijo que «un intelectual es alguien que produce nuevos conocimientos haciendo uso de su creatividad», que por esa misma razón, un campesino que comprende que un nuevo tipo de injerto puede crear un nuevo tipo de manzana es mucho más intelectual que un catedrático de Filosofía que se pasa la vida repitiendo la misma clase sobre Heidegger. Por lo tanto, si la rigidez psicológica «mata» nuestra creatividad, es muy difícil comportarse de forma inteligente y, a la larga, madura.
En lo que respecta a la claridad de autoconcepto, hay una investigación muy reciente en la que se concluye en que la claridad de autoconcepto correlaciona de forma significativa con la flexibilidad cognitiva (r = 0,5) y, además, explica parcialmente junto con la flexibilidad cognitiva cómo facilita la atención plena disposicional al potenciar la autoestima de los individuos (Stenhaug y Solem, 2024). Por lo tanto, tener una alta claridad de autoconcepto nos ayuda a ser más flexibles desde el punto de vista cognitivo.
Beneficios de tener claridad de autoconcepto
En cuanto a los beneficios de tener claro nuestro autoconcepto, me voy a basar en la monografía editada por Lodi-Smith y DeMarree (2018), cuya lectura recomiendo encarecidamente (en inglés).
- Correlaciona de forma positiva con la autoestima (hay que investigar más para ver las relaciones causales y qué dirección siguen).
- Ayuda a tener una mejor salud mental y bienestar personal al correlacionar de forma negativa con trastornos como la depresión mayor, trastornos de la conducta alimentaria, esquizofrenia, ansiedad, etc.
- Ayuda a mejorar nuestras relaciones sociales y sentimentales.
- Ayuda a tener un criterio propio y a consultar menos la opinión de los demás a la hora de tomar decisiones.
- Ayuda a tener una identidad personal clara.
- Ayuda a predecir nuestro comportamiento.
- Ayuda a ser más flexibles.
- Ayuda a tener menos miedo a la incertidumbre.
Conclusiones
En suma, como puedes apreciar, tener en cuenta y cultivar esta faceta de nuestro autoconcepto nos ayuda en multitud de aspectos que repercuten de forma positiva en nuestro bienestar y desarrollo personal. Bien es cierto que hace falta investigar más sobre este constructo; sin embargo, los resultados recientes publicados apuntan hacia una variable para tener en cuenta, no solo en psicología básica o del desarrollo, sino como una variable con la que puede trabajar en terapia a efectos de mejorar la salud mental de la población. Claridad de autoconcepto: espero haber dejado claro este concepto, que te será de mucha ayuda a la hora de ser un gran sabiodisfrutón.
Referencias bibliográficas
- Campbell, J. D. (1990). Self-esteem and the clarity of the self-concept. Journal of Personality and Social Psychology, 59, 538-549. https://doi.org/10.1037/0022-3514.59.3.538
- Campbell, J. D., Trapnell, P. D., Heine, S. J., Katz, I. M., Lavallee, L. F. y Lehman, D. R. (1996). Self-concept clarity: Measurement, personality correlates, and cultural boundaries. Journal of Personality and Social Psychology, 70(1), 141-156. https://doi.org/10.1037/0022-3514.70.1.141
- Lodi-Smith, J. y DeMarree, K. G. (Eds.). (2018). Self-concept clarity: Perspectives on assessment, research, and applications. Springer.
- Steffgen, G., Da Silva, M. y Recchia, S. (2007). Self-Concept Clarity Scale (SCSS): Psychometric properties and aggression correlates of a German version. Individual Differences Research, 5(3), 230-245. https://hdl.handle.net/10993/4973
- Steinmetz, J. P., Loarer, E. y Houssemand, C. (2011). Rigidity of attitudes and behaviors: A study on the validity of the concept. Individual Differences Research, 9, 84-106.
- Stenhaug, A. y Solem, S. (2024). The path from mindfulness to self-esteem: self-concept-clarity and cognitive flexibility as mediators. Current Psychology, 43(10),ؘ 8636-8643. https://doi.org/10.1007/s12144-023-05016-y
- Stinson, D. A., Wood, J. V. y Doxey, J. R. (2008). In search of clarity: Self-esteem and domains of confidence and confusion. Personality and Social Psychology Bulletin, 34, 1541-1555. https://doi.org/10.1177/0146167208323102
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