EN PRIMER LUGAR, TE DEBO UNA DISCULPA por tardar tanto en volver a escribir en el blog; en segundo lugar, espero que los tuyos y tú estéis bien a pesar de esta maldita pandemia. Pero no voy a hablar sobre eso hoy (tenemos toneladas de información al respecto disponible en la red). En cuanto a mí, la verdad es que me puedo considerar una persona afortunada, ya que estoy bien, y los míos también.
Hoy quiero hacer una reflexión sobre el carisma —que puede entenderse, en cierto modo, como una crítica— una reflexión sobre el exceso de confianza que tienen algunas personas que, a pesar de todo, resultan carismáticas a ojos de los demás.
Los vicios del carácter
No me voy a detener mucho en este punto, sino que espero dar una explicación sucinta al respecto.
Ya sabemos que la personalidad es la suma, simplificándolo mucho, del temperamento (parte innata de nuestra personalidad) y del carácter (parte construida). Por ejemplo, el hecho de tender a ser nerviosos, tranquilos o suspicaces viene determinado por el temperamento. Pero a base de enfrentarse a situaciones difíciles, superar la pereza para ir a trabajar cada día, desarrollar poco o mucho nuestra asertividad y habilidades sociales, por ejemplo, eso es más bien fruto de nuestro carácter. Por tanto, como resultante de todo eso tenemos la personalidad, que transmitimos a los demás a través de nuestra conducta.
En cuanto a los vicios del carácter, estos se forjan porque adquirimos una serie de hábitos que en un momento nos resultaron útiles o que nos resultaron fáciles de adquirir. Por otro lado, está también el caso de los sesgos cognitivos, que hacen que busquemos simplificaciones de la realidad para tomar decisiones de forma más rápida y, por ende, sin pensarlo mucho (a tal efecto te recomiendo el libro de Premio Nobel de Economía Daniel Kahneman: Pensar rápido, pensar despacio).
Y si a eso le juntamos algunas características de personalidad, como la poca amabilidad, una alta extraversión o una alta impulsividad, entonces de este cóctel puede salir un perfil de personalidad que, a pesar de lo que parecería «tener mucho carácter», que puede ser admirado por unos u odiado por otros. Y eso sin entrar en el mundo de los trastornos mentales ni de personalidad.
Un vicio del carácter sería, a mi juicio, ser una persona que tiende a postergar; o bien ser una persona que no respeta el turno de palabra cuando habla con un grupo de amigos; que puede resultar pesada a los demás; que está obsesionada con tener todo bajo control; que no es psicológicamente flexible, etc.
Gremlins
Todos conocemos, por lo menos los que hemos sido niños durante la década de 1980, a esos monstruitos popularizados por aquellas películas de terror divertidas dirigidas por Joe Dante y producidas por Steven Spielberg. Estamos todos de acuerdo, espero, con que los Gremlins «malos» y feos son mucho más carismáticos que los Mogwai, como Gizmo, que tienen una personalidad dócil y tranquila; como un osito de peluche (cuquis para algunos, sosos para otros).
¿Y qué hace tan carismáticos a los Gremlins? Pues su enorme confianza en sí mismos, su estilo comunicativo asertivo, en el mejor de los casos —ya que la mayoría son agresivos y maniáticos—, pero aquellos que son más carismáticos son los que, además de tener mucha confianza y no tener pelos en la lengua, tienen mayor inteligencia (son características más humanas) como son el líder (de cresta blanca) Rayita o Stripe, que es inteligente, habilidoso con las armas y dotes de líder; y el Gremlin Listo: el científico chiflado, que decía, cuando lo entrevistaron en TV, que los Gremlins pretendían crear una civilización equiparable a la humana (Plá, 12 de enero de 2014).
(En coaching se entiende «Gremlins» como esos saboteadores que mantienen el statu quo de nuestras vidas para que siga igual y que nos alejan de nuestros objetivos. Pero ese no es el sentido que le busco a esa metáfora en el presente artículo [coachtec, 22 de octubre de 2012]).
Lo que quiero resaltar con esto no es que ser un chulito o un machista sin educación, o un inadaptado social, nos vuelva carismáticos, sino que el hecho de «extravagar» (término que utiliza el sociólogo y politólogo experto en habilidades sociales Javier Santoro) tiene un mayor peso a la hora de ser carismáticos; es decir, el hecho de jugar a nuestro favor con lo que nos hace genuinos como personas, «andar por donde no se ha andado antes», como cuando le sacamos un punto de humor a nuestros defectos o bien nos mostramos atrevidos y expresamos nuestra creatividad en un área en la que tenemos mucha competencia o bien somos muy originales al proponer un plan (Santoro, 31 de octubre de 2012).
Y en eso del extravagar, a los Gremlins no les gana nadie.
Carisma
Hay muchas definiciones de carisma, incluso distintas tipologías (según la escritora, empresaria y conferenciante Olivia Fox Cabane): no tienen el mismo tipo de carisma Madre Teresa de Calcuta, Bill Gates o Jack Nicholson (Fox-Cabane, 2012). Pero, en cierto modo, se podría concluir que una persona carismática es más bien una persona expresiva que despierta la admiración y las envidias allí donde va. Tiene un magnetismo especial, un criterio muy desarrollado que, junto a unas buenas habilidades comunicativas y una buena inteligencia emocional, hace que nunca pase desapercibida; y que la gente se pregunte cómo logra tener tanta confianza en sí misma o ser tan ocurrente.
Entonces, ¿debemos desarrollar mucho la confianza en nosotros mismos para ser carismáticos? Buena pregunta. Y la respuesta corta es: no necesariamente pero ayuda. Me explico. La confianza en uno mismo depende, entre otras cosas, de varios factores como:
- La seguridad personal.
- Nuestras competencias.
- Nuestra asertividad.
- Nuestras relaciones.
Es decir, necesitamos tener una autoestima razonable, sentirnos cómodos con nosotros mismos, para poder ser personas que desarrollan sus habilidades y también para poder expresarnos sin sentir vergüenza, ya que la vergüenza es enemiga del carisma.
Por otra parte, todos tenemos habilidades que controlamos y otras en las que somos un desastre. ¿A que sientes una mayor confianza en algunas áreas y en otras menos? Eso es algo normal: no existen personas con confianza total y personas sin confianza en absoluto sin que eso caiga en algún tipo de trastorno clínico (manía o depresión, respectivamente). Todos tenemos confianza en alguna competencia que dominamos. El hecho de recibir retroalimentación sobre lo bien que hacemos algo hace que construyamos poco a poco una confianza sólida en esa área de competencia (Chamorro-Premuzic, 2013).
Por eso las personas que presumen o creen saberlo todo en un campo del saber en el que acaban de aterrizar suelen ser objeto de burla por parte de las personas que realmente tienen competencias sobre el tema. Es decir, es mucho mejor empezar a trabajar una habilidad con poca confianza (pero la justa para lanzarse) para de esa forma prestar una mayor atención y ser conscientes de lo poco que sabes aún en ese aspecto. Por eso los mejores directores de empresas son aquellos que tienen un perfil más modesto y son más conscientes de la realidad profesional; son personas que tienen una buena metacognición, en definitiva (en efecto: la política es un mundo aparte) (Chamorro-Premuzic, 2013).
Por lo tanto, más que procurar desarrollar tu confianza a toda costa, procura sentirte bien contigo mismo, desarrolla tus competencias y mejora tu forma de expresar tus deseos y necesidades. El propio feedback que recibirás y tu consecuente reputación harán que desarrolles tu confianza y, por ende, tu carisma, de forma armónica con respecto a tus capacidades y competencias. Todo lo demás es inflar el frágil globo del ego.
Conclusión
En suma, si quieres ser un Gremlin, mójate con el desarrollo de tu asertividad; exprésate y procura ser bueno en lo tuyo. Si todo el mundo «se acuesta antes de las doce» en cuanto a las costumbres o las fronteras que nos impone la cultura, tú ve más allá y muerde los frutos de tu talento y tu capacidad de explorar la realidad. Si todos temen a la luz y prefieren vivir en las cuevas de sus viejas creencias, procura ir hacia tu propia luz e irradia a todos con tu criterio.
Al seguir todos estos pasos, estarás caminando por el camino de la satisfacción personal. También puedes decidir seguir siendo el Mogwai de siempre, pero ¿estarás satisfecho con la vida que habrás vivido cuando llegues a la tercera edad (si es que llegas)? ¿O te volverás un viejo cascarrabias que arrastra una profunda insatisfacción?
Referencias bibliográficas
- Chamorro-Premuzic, T. (2013). Confidence: The surprising truth about how much you need and how to get it. Profile Books.
- Coachtec (22 de octubre de 2012). Los Gremlins o Saboteadores en Coaching. Coaching Tecnológico [artículo en línea]. Recuperado de: https://www.coaching-tecnologico.com/los-greemlings-o-saboteadores/
- Fox-Cabane, O. (2012). El mito del carisma. Cómo cualquier persona puede perfeccionar el arte del magnetismo personal. [Traducción al español: Isabel Merino Sánchez]. Ediciones Urano.
- Plá, L. (12 de enero de 2014). Gremlins. Malvaditos. Los malos del cine [entrada de blog]. Recuperado de: http://malvadito.blogspot.com/2014/01/gremlins.html
- Santoro, J. (31 de octubre de 2012). La extravagancia y el hecho social. Egolandseduccion.com [artículo en línea]. Recuperado de: https://www.egolandseduccion.com/la-extravagancia-y-el-hecho-social/
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